Emil Cerda

Crimen sin sospechosos

“Tontos teclados sin aprobación alguna, prefiero mil veces irme de este mundo a... ¡mierda! Maldito teclado, no me deja escribir. No sé qué pasó hoy, ni ayer, ni en mi vida últimamente.

“Estoy cansado, no estoy confundido; soy el único que admite su error aun cometiéndolos. Métanme preso, llévenme a la cárcel; quiero sentir qué es estar encerrado sin cometer un delito. No recuerdo si «crimen» tiene tilde por ser aguda, pero será grave el problema si no sé si la lleva.

“SEÑOR, perdóname, de verdad. No vengo con excusas, Tú muy bien sabes mis asesinatos, pero, si me apresan por siempre, tomaré mi condena. Yo, ya dame mi pertenencia... excusa, aquí hay muchos jornaleros, ¿cierto? Pues, quédate con mis bienes. Prefiero trabajar a que vagar.

“Soy soso, un único; aparentemente apartado a las Antillas, esperé en el estanque.

“¿Por qué no matarme para que así no me carguen más crímenes? Ves, ahora sí lleva tilde.

“Me tatuaré el plano de los homicidios en mi boca, los hablaré a todos en el pináculo del tentáculo del tubérculo. Tu músculo es un obstáculo en medio del vehículo. El oráculo era ridículo. En fin, tantos «culos» que no sé si cagar, o ponerme a pensar si son sufijo o prefijo.

“Revíveme del ardor de mi placer. Este no soy yo, no soy quien soy; sólo un loco creería que la libertad está en estar entre rejas, cuando ni siquiera sabe que la libertad uno se la ingenia al estar loco; porque locos somos al llegar pensar que escapar sin correr, es lo mismo que regresar sin volver.

“¿Por qué no vienes por mí, SEÑOR? Este Yo me asusta, ¿por qué no me hiciste de cerebro solamente, y sí de corazón? ¿Por qué no me concediste el poder de pensar, a que dejarme llevar? Freno, aun no teniendo frenos; corro, aun no teniendo pies; sonrío, aun no teniendo boca; estornudo, aun no teniendo trompa; hablo con señas, aun teniendo dientes para hablar; voy en carro, aun teniendo pies para caminar; me hago el ciego, aun teniendo ojos; me aguanto la respiración, aun teniendo pulmones; contradigo mis hechos, aun teniendo razones; me niego, aun afirmando; me detengo, aun avanzando; escribo, aun... estando... preso; aun huyendo sin ser perseguido; con la cárcel abierta veinticuatro siete, con todos lejos de mi escena del anochecer.

“Lucho conmigo mismo, no, eso es mentira. Tengo un álter ego, que afirma ser yo mismo; que en las sombras, sale a matarse entre espejos, navegando en pieles bordadas de placer, para ver si así se elimina a sí mismo del policía. Porque si lo encuentra, estará condenado de por vida”.

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