Yo soy molino, firme en mi labor,
de piedra antigua, roto por los días;
y tú, el errante viento que confías
en darme fuerza, vida y un fervor.
Mis aspas giran, plenas de tu ardor,
te sigo en ritmos, danzas y armonías;
en cada vuelta forjo melodías,
tú, soplo eterno, mi único motor.
Sin ti, soy roca inmóvil, hecha nada,
sin mí, tu brisa vaga en el vacío,
dos almas juntas, nunca separadas.
Y así danzamos, tú viento y yo, río,
en la espiral que nunca está acabada,
pues somos tiempo, y juntos el estío.