No me busques en los pasos
que otros marcaron en piedra,
ni en las sombras de los nombres
que nunca fueron mi esencia.
Soy el eco de mi pecho,
el ala que rompe el viento,
la que no teme la senda
aunque no tenga regreso.
Me sembraron con cadenas,
con silencios y con muros,
pero en mi savia la tierra
despertó su grito puro.
Soy raíz, pero soy vuelo,
soy semilla y soy tormenta,
un relámpago sin dueño
en la noche turbulenta.