En el bosque suspira el viejo árbol,
sus raíces abrazan la tierra sagrada,
cada anillo cuenta su larga jornada,
de inviernos helados y veranos albos.
Flores que brotan, un bello estandarte,
pintan la senda de colores vivos;
sus aromas son sueños cautivos,
que el viento acaricia con dulce arte.
Los ríos avanzan, llevan su canto,
mientras el sol tiñe el cielo dorado,
y el ciclo se repite, eterno encanto.
Es que la vida, en su ritmo sagrado,
nos enseña a valorar lo que es tanto,
pues en cada instante hay un legado.