Bebedor de la noche, voz quebrada,
rey de versos que duelen y desnudan,
en tus canciones las verdades mudan,
y el amor es herida mal curada.
De humo y calle está tu alma forjada,
tu risa es llaga que jamás se muda,
y en cada historia que el silencio suda,
la vida va de espaldas, trastocada.
Cantor de derrotas, de alcohol sincero,
amante del fracaso y de la suerte,
poeta errante que nunca fue austero.
A ti, Sabina, que enfrentas la muerte
con letras que vuelan libre en el viento,
va este homenaje, sin final ni puerto.