¡Oh, dulce lazo que mi ser engarza,
Sacra amistad que el cielo me concede!
Tu unión, cual firme y perenne guarida,
Amparo es donde mi alma se resguarda.
Contigo, penas tornan en alegrías,
Y penas en consuelo se trasmudan,
Tus ojos son espejos que me guían
Y tus palabras bálsamo que acudan.
Cuando la adversidad su sombra tiende,
Tú acudes, fiel, a disipar mi duelo,
Y cuando el mundo su traición me prende,
Tú me levantas, dándome tu cielo.
¡Oh, vínculo que el alma me defiende!
¡Tesoro sin igual, mi más preciado anhelo!