Mi reto es que la verdad resplandezca en la herida,
tan fiera como el mito que engaña sin temor.
Que el mármol de su verbo derrumbe la mentira,
y en cada ruina alzada proclame su fulgor.
No temo a los dorados espejos de falacia,
ni al cántico hechicero que adormece el valor.
Prefiero el filo ardiente de la verdad que sacia,
y rasga las tinieblas con su audaz resplandor.
Que brille en la tormenta, que ruja en las cenizas,
que hiera y que redima con férreo resplandor.
Que arranque de la sombra sus máscaras sumisas,
y en cada voz temblando destruya su impostor.
Si el mito se levanta con púrpura y promesas,
si viste sus cadenas con oro y seducción,
será mi lengua espada que en alto lo atraviesa,
y el alba será estigma de su aniquilación.