En el murmullo del alma, las palabras se esconden,
como hojas que el viento susurra al pasar.
No digas lo que piensa el corazón,
mas piensa cada palabra que ha de brotar.
El silencio es un lienzo de sabiduría,
donde cada frase toma su lugar.
En la quietud del pensamiento,
se forja la verdad que ha de hablar.
No es la prisa la que guía al sabio,
sino el peso del tiempo en cada oración.
Piensa lo que dices, con cuidado y calma,
pues es el reflejo de tu intención.
Que tus palabras sean faros de luz,
que iluminen caminos y corazones.
En el arte de hablar, sé siempre consciente,
que en tus labios florecen nuevas emociones.
Así teje tu voz con hilos de oro,
y que cada palabra sea un canto sincero.
No digas lo que piensas, pero piensa lo que dices,
y en tu voz hallará el mundo un reflejo verdadero.