La Semilla de la Esperanza
Anécdota inspiradora
Caminaba yo por un sendero oscuro,
sumido en la duda y la incertidumbre.
Mi alma, un barco perdido en alta mar,
ansiaba un faro que la guiara a buen puerto.
De pronto, un anciano apareció a mi lado,
sus ojos reflejaban una sabiduría antigua.
“¿Qué pesa tu corazón, joven caminante?”,
me preguntó con voz suave y serena.
Le conté mis miedos, mis sueños frustrados,
la desesperanza que nublaba mi horizonte.
Él me escuchó con paciencia y comprensión,
y entonces, sacó de su bolsillo una semilla.
“Esta semilla es el germen de la esperanza”,
dijo, colocándola en la palma de mi mano.
“Cultívala con cuidado, riégala con fe,
y verás florecer un árbol de luz y milagros”.
Tomé la pequeña semilla con reverencia,
sintiendo cómo una chispa nacía en mi pecho.
Desde entonces, la he cuidado con esmero,
y hoy, aquel árbol florece, llenando mi vida.
Sus frutos son la fortaleza y la resiliencia,
su sombra, un refugio en la tormenta del alma.
Gracias a la sabiduría de aquel noble anciano,
he aprendido que la esperanza es la fuerza que nos guía.
