La muerte, juez silenciosa,
llega sin previo aviso,
borrando imperfecciones
con su frío compromiso.
Ya no hay tiempo de enmiendas,
ni espacio para el error,
solo queda lo esencial
despojado de temor.
En su abrazo definitivo,
la muerte, sabia maestra,
corrige nuestros defectos
y la verdad se demuestra.