Allá en lo alto vuela,
solitaria,
la gaviota blanca,
hija del viento y del océano,
buscando en su danza sin fin
el horizonte lejano.
Libre como el mismo cielo,
ajena a la tierra,
surca el aire, y deja tras de sí
un eco de libertad.
Vuela sin fronteras,
sin rumbo, sin puerto,
tan lejos de esta costa
y de sus límites inciertos.
Es sombra sobre el mar,
sueño de espuma y sal,
silencio que roza el viento,
y en su vuelo sereno
se va perdiendo
como un susurro,
como un lamento.