Estrofas
En el transcurso de la vida, nos encontramos con fragmentos dispersos que definen nuestra existencia. Algunos de ellos son luminosos y llenos de vitalidad, mientras que otros son oscuros y desafiantes. La vida es una amalgama de momentos diversos, una colección de instantes que se entrelazan para crear nuestra historia personal. En el viaje de la vida, nos enfrentamos inevitablemente a la vejez. Es en esta etapa donde los fragmentos adquieren un significado especial. La vejez nos enseña la fugacidad del tiempo y nos muestra la fragilidad de nuestra existencia. En cada arruga, en cada cana, se encuentran los recuerdos de un pasado vivido y la sabiduría acumulada a lo largo de los años. La vejez nos recuerda que los fragmentos de tiempo son preciosos y que debemos apreciar cada uno de ellos. A medida que avanzamos en la vida, nos damos cuenta de lo poco que realmente necesitamos para ser felices. Nos desprendemos de las ambiciones desmedidas y nos enfocamos en lo esencial. Descubrimos la belleza en las cosas simples: una conversación con un ser querido, una puesta de sol, una taza de café caliente en las manos. Los fragmentos cotidianos se vuelven valiosos tesoros que llenan nuestro corazón de gratitud. El autor de nuestra historia somos nosotros mismos. Somos los narradores de nuestros propios fragmentos, los arquitectos de nuestra experiencia vital. Cada decisión que tomamos, cada acción que emprendemos, moldea los fragmentos que componen nuestro camino. Tomemos conciencia de nuestro papel como autores, y seamos diligentes al escribir nuestra historia con amor, compasión y propósito. En medio de la vorágine de la vida, es fundamental detenerse y observar los fragmentos que nos rodean. A menudo nos dejamos arrastrar por la prisa y la ansiedad, perdiendo de vista la belleza de lo simple y lo cotidiano. Detenernos nos permite apreciar los regalos que la vida nos ofrece, nos invita a contemplar la grandeza de lo pequeño y a encontrar significado en cada fragmento. Así pues, detente. Observa los fragmentos que componen tu vida. Agradece por cada uno de ellos, incluso por aquellos que parecen insignificantes o dolorosos. Reconoce la inevitabilidad de la vejez y abraza la sabiduría que conlleva.
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