Febrero, amante ardiente de soles nacarados,
te vistes de rocío con brisas perfumadas.
Tus días van danzando, fugaces y alocados,
teñidos de celestes y alondras encantadas.
Del beso de la aurora renace tu alegría,
y el canto de las fuentes se torna un arrebol.
Las flores se despiertan en dulce melodía,
y el viento, enamorado, se oculta en su arrebol.
Los ríos van rimando sus voces de cristal,
bailando entre los juncos dorados de la orilla.
Resuena en sus latidos un eco musical,
y un soplo de esperanza renace en cada villa.
Febrero, tú despliegas las alas de cupido,
y el rojo de la rosa perfuma tu fulgor.
En ráfagas de amores el aire va encendido,
jugando en los balcones con risas de candor.
Tus noches centellean con cielos diamantinos,
se encienden en su danza los astros sin temor.
Febrero, mes travieso de anhelos cristalinos,
¡en ti florece el arte, la vida y el amor!