Hay un mar suspendido en tu cielo,
un azul que se agita en tu mirada,
como olas que buscan su consuelo
en la orilla serena de mi nada.
Brilla el sol en tus iris, luz de fuego,
y las nubes navegan tus secretos;
en el vaivén del aire, yo me entrego
a la marea que habita tus conceptos.
Cada suspiro brota en armonía,
y en tus pupilas, puro, me deslizo;
me hundo en su abismo con melancolía.
El mar en tu cielo, dulce hechizo,
es un latido eterno que se enfría,
mas deja en mí su estela y su bautizo.