Ardió el amor con llamas nfernales,
consumiendo pasiones y esperanzas.
Hoy solo quedan grises remembranzas
de aquellos sentimientos tan vitales.
Las brasas, otrora rojas y fatales,
se enfrían con el tiempo y las mudanzas.
Mas en cada ceniza hay añoranzas
de besos y caricias inmortales.
Aunque el fuego se extingue y se adormece,
su huella permanece, imperecedera,
en cada rincón del alma que florece.
Y aunque la vida sigue en su carrera,
el recuerdo del fuego reverdece:
donde ardió el amor, la chispa espera.