La mariquita risueña,
bailaba en el jardín,
con su vestido de luna,
y su risa infantil.
Las flores la saludaban,
con colores de alegría,
y en el aire flotaban
sus sueños de fantasía.
El sol le daba calor,
mientras jugaba contenta,
y en cada rayo de luz,
su alegría se aumentaba.
Las abejas la acompañan,
zumbando con su canción,
y juntas van a buscar,
el néctar de la ilusión.
Cuando llega la noche,
la mariquita se duerme,
y en el cielo estrellado,
sus sueños vuelan leves.