Me encanta la sencillez,
la palabra que es sincera,
el alma que siempre espera
con nobleza y con lucidez.
Rehúyo la insensatez
de quien promesas concreta;
no quiero flor de etiqueta
ni un brillo que se disuelve,
quiero el corazón que vuelve:
como alma de un poeta
Quien hable con el silencio,
con la luna por testigo,
que halle en su verso abrigo
y en su mirada el comienzo.
No busco falso destello
ni el fulgor de quien inquieta;
no me alumbra la careta
del que a su máscara atiza;
quiero la luz que poetiza:
en el alma de un poeta.