En el azul profundo de un sueño infinito,
donde el sol se funde con la espuma y el mito,
el Egeo susurra con voz encantada,
historias de dioses, de amor y de espada.
Sus islas dispersas como perlas doradas,
en un lienzo celeste de olas encantadas,
Creta, Rodas, Naxos, testigos del viento,
que besa la arena y acaricia el tiempo.
El vaivén de las olas murmura secretos,
canciones antiguas de héroes discretos,
sirenas ocultas en grutas lejanas,
tejiendo leyendas en aguas tempranas.
Velas blancas surcan su inmenso regazo,
como aves danzando en un dulce abrazo,
y el faro distante, en su luz encendida,
guía navegantes, guardianes de vida.
La brisa salada en la piel se enreda,
como un eco eterno que el alma enreda,
y en cada crepúsculo, rojo y dorado,
se pinta un poema de amor naufragado.
Belleza serena, misterio divino,
el Mar Egeo, eterno y genuino,
refugio de sueños, de risas, de anhelos,
bajo un cielo eterno, bordado de cielos.