En la noche tibia, bajo estrellas de azúcar,
canta el viento suave tu canción sin final,
lleva en su ritmo las penas y los sueños,
Juan Luis, trovador del cielo tropical.
Tus versos navegan en mares de espuma,
como un velero al compás del tambor,
y cada palabra es un beso en el alma,
una esperanza que nace del amor.
Cuentas historias de lluvia y distancia,
de corazones que bailan aunque duela,
de cafés amargos y tardes sin prisa,
donde el alma encuentra lo que anhela.
Escribes con música en cada latido,
una bachata hecha de atardeceres,
y en el merengue, tu voz nos susurra
que hay consuelo aún en los amaneceres.
Tu canto nos lleva por caminos sencillos,
donde el amor es promesa y es fe,
y cada acorde es un rayo de luz
que enciende la vida y nos hace creer.
Así va tu balada por tierras y mares,
como un susurro que nadie olvida,
porque en tus canciones, Juan Luis eterno,
llevamos la música prendida en la vida.