I
Son grafías de fuego, huellas sin distancia,
que en silencios ardientes van a confluir;
es la tinta viva de nuestra constancia,
que entre letra y letra se deja sentir.
II
No hay margen que guarde lo que nos decimos,
ni pausa que frene este aliento feroz;
somos verso y ritmo, somos lo que fuimos,
palabra y deseo, susurro y voz.
III
Cada letra nace en un pulso eterno,
en trazos sin tregua que buscan lugar;
y en esa escritura, sin fin ni invierno,
te nombro en la carne, te vuelvo a buscar.
IV
No hay puntos que cierren lo que nos une,
ni comas que frenen la intensidad;
en cada grafía, tu esencia se imprime,
y en mí queda ardiendo, sin descansar.
V
Somos líneas puras de amor desbordado,
cuerpos en palabras que no han de acabar;
no existe en el texto un margen vedado,
solo un rastro vivo de nuestro azar.
VI
Grafías de pasión que el tiempo no quiebra,
unimos en versos, sin pausa y sin fin;
entre tú y yo, nada, ni un punto nos cierra,
somos un poema, de principio a fin.