Te busqué tras la niebla de mi mente,
donde guardo el amor que no se nombra,
y encontré la silueta de tu sombra
dibujando en mi piel un sol naciente.
Te busqué con un alma penitente
que se aferra a las ruinas y se escombra,
y al hallarte, mi vida se trastombra
como un mar que despierta de repente.
Mas el miedo a perderte me condena
a callar lo que siento en este frío,
a fingir que me basta tu ternura...
Y en las noches mi pecho se envenena,
pues mis labios no pueden con el río
de este amor que se ahoga en su censura.