ELI DE ABREU

Río de espejismos

 
 
 
 
El mar no era más que una sospecha,
una línea sucia al fondo de la calle
donde los perros aúllan sin razón.
 
La brisa llega con olor a guayaba podrida
y me recuerda a la casa de mi abuela,
cuando aún existía
y no era este montón de escombros
que se confunden con la arena.
 
Hoy vi a un hombre vender peces de cartón,
los llevaba en una cuerda como sueños ahorcados,
y pensé en escribirle una carta a nadie,
de esas que se pierden en la bruma
antes de llegar a sus ojos.
 
La ciudad bosteza bajo el sol sin piedad,
y en cada esquina hay un cuento sin terminar,
una mujer de labios partidos,
un niño que juega con un barco roto,
un viejo que espera sin saber qué espera.
 
A veces me siento como ese río
que no sabe si corre hacia el mar
o hacia sí mismo.
 
Y entonces me río,
porque al final,
todo es agua
y todo se olvida.




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