Cuando sientas que todo se acaba,
que tu vida no tiene sentido,
o simplemente quieras platicar,
hay un lugar donde tus palabras
de silencio encuentran oído.
Ahí está un amigo... el Mar.
Cuando vayas a verlo no intentes
abrumarlo con llantos y quejas,
él no quiere escuchar tu tristeza;
él escucha, y luego, sin prisas,
con pausado murmullo de olas
dará fin a toda tristeza.
Cuando al verlo te encuentres alegre,
simplemente escucha su canto;
. . . . . . . . .
es el canto de amor que te brinda
el amigo que ha estado esperando
tu regreso de tierras lejanas.
Y si al verlo se encuentra agitado
por el viento inclemente del norte,
¡Nunca pienses que el fuerte rugido
de las olas es signo de furia!
¡No! Es el grito con que te saluda
el amigo que se alegra de verte.
Cuando sientas que todo se acaba,
que tu vida no tiene sentido,
o simplemente quieras platicar;
¡Ve al lugar donde tus palabras
de silencio encuentran oído!
Busca a tu amigo el Mar.