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Yo tengo un sombrero alón donde cabe un aguacero, y botas que reconocen los caminos del vaquero. ¡Qué bien te sabré domar,
El caballo negro iba por un trillo: cada paso suyo bordaba el camino. El caballo ruano
Zapatero de mi pueblo: usa clavitos de plata en el par de botas nuevas que quiero para mañana. Han de ser de cuero rojo,
Moterita de madera llena de polvos de arroz, con tapa de cristal fino y la mota de plumón. ¿De quién será la motera
La Habana es como una hermosa, limpia, fresca, alegre casa: sus puertas, de par en par, invitan a visitarla. Aquel que a Cuba respete
De parte del aguacero que cubran con un paraguas al retoño del almendro. El coralillo rosado debe prestar atención:
En el pozo viejo el sapo se baña; la luna, traviesa, se mete en el agua. En el pozo nuevo
El tomeguín del pinar con su collar amarillo ya pica en el alpistillo, ya rápido echa a volar. Y va del ateje al güin,
En el río San Juan vive un pececito que aprende a nadar. Sobre el Yumirí —iris diminuto—
Nene, vanos a dormir; no son horas de reír: duerme el viento, duerme el sol, duermen las gallinas
Mi papalote, ¡qué lindo mi papalote! Vuela y vuela como un pájaro mi papalote. Un pájaro de papel
En Playa Larga, el uvero, como homenaje al valor de los niños artilleros, ya no florece en febrero: en abril abre la flor.
Cuenta la estrella Polar que el puerto de Cabañas, los pescadores cubanos la nombraron capitana. Velero con altas velas
¡Jey, vaya, toro, con el arreo! Los toros toros, sus cuernos cuernos, en el camino
—¡Hola, Pinocho!, ¿qué haces ahí? —Busco una joya que ayer perdí. —Dime, Pinocho, ¿que joya?, di. —Un pedacito de mi nariz.