Me creo más oscura
menos digna del raro privilegio
de ser aprisionada en el rito de tu nombre
tu átomo
tu ser indivisible,
tu inconsolable niñez
pintando su árbol tan desnudo
en el sótano de las preguntas de la infancia.
No creo ser tan clara
para perfumar mi cuerpo con tus manos:
yo soy un regicida
asalto de innúmeros laberintos
aullido de campanas
Pero si callas sería menos rica
el incienso, la ceniza en el pelo,
el viento umbrío,
vuelo que se sueña y no se vuela.
Tú eres mi miel y mi riqueza
sándalo para el trono de Salomón
el oleaje del río:
Mensajero
escoges una filosofía desgranada
te acompaña ese solemne himno
que insistente olvido,
me involucro en el tiempo de esta orilla
y sólo me queda la humildad
del idioma con que acepto tu sonrisa,
la oración contrita
no merezco el milagro.