Rubén Darío

Poema del otoño

Tú, que estás la barba en la mano
meditabundo,
¿has dejado pasar, hermano,
la flor del mundo?
 
Te lamentas de los ayeres
con quejas vanas:
¡aún hay promesas de placeres
en los mañanas!
 
Aún puedes casar la olorosa
rosa y el lis,
y hay mirtos para tu orgullosa
cabeza gris.
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