#Modernismo #Nicaragüenses #SigloXIX #SigloXX #1905 #CantosDeVidaYEsperanza
Bota, bota, bella niña, ese precioso collar en que brillan los diamantes como el líquido cristal de las perlas del rocío
A Vicente de Paúl, nuestro Rey C… con dulce lengua dice: —Hijo mío tus labios dignos son de imprimirse en la herida que el ciego
Sobre el caro despojo esta urna ci… un amable frescor de inmortal siem… que decore la greca de la urna vot… en la copa que guarda rocío del ci… una alondra fugaz sorprendida en s…
Dijo sus secretos el faisán de oro… En el gabinete mi blanco tesoro, De sus claras risas el divino coro Las bellas figuras de los gobelino… Los cristales llenos de aromados v…
¡Un pensamiento! Cosa que harto me ha hecho pensar. ¿Hab… como esta flor, regalo de una herm… que me tiene cautivo el pensamient… Primero en el ojal de la levita,
¡Carne, celeste carne de la mujer!… —dijo Hugo—, ambrosía más bien, ¡o… la vida se soporta, tan doliente y tan corta, solamente por eso:
La tigre de Bengala, Con su lustrosa piel manchada a tr… Está alegre y gentil, está de gala… Salta de los repechos De un ribazo, al tupido
En la pálida tarde se hundía, el sol en su ocaso, con la faz rubicunda en un nimbo de polvo dorado. En las aguas del mar, una barca,
Tú, que estás la barba en la mano meditabundo, ¿has dejado pasar, hermano, la flor del mundo? Te lamentas de los ayeres
Érase un cura, tan pobre, que daba grima mirar sus zapatos descosidos y su viejo balandrán. Érase un cuasi mendigo
De lo que en tu vida entera nunca debes hacer caso: la fisga de un envidioso, el insulto de un borracho, el bofetón de un cualquiera
¡Argentina! ¡Argentina! ¡Argentina! El sonoro viento arrebata la gran voz de oro… Ase la fuerte diestra la bocina, y el pulmón fuerte, bajo los crist…
Torres de Dios! Poetas! Parrayos celestes, que resistís las duras tempestades… como crestas escuetas como picos agrestes,
El verso sutil que pasa o se posa sobre la mujer o sobre la rosa, beso puede ser, o ser mariposa. En la fresca flor el verso sutil; el triunfo de Amor en el mes de A…
¡Oh mi adorada niña! Te diré la verdad: tus ojos me parecen brasas tras un cristal; tus rizos, negro luto,