#Modernismo #Nicaragüenses #SigloXIX #SigloXX #1887 #Abrojos
¡Un pensamiento! Cosa que harto me ha hecho pensar. ¿Hab… como esta flor, regalo de una herm… que me tiene cautivo el pensamient… Primero en el ojal de la levita,
Mira el signo, sutil que los dedos… Hacen al agitar el tallo que se in… Y se alza en una rítmica virtud de… Con el áureo pincel de la flor de… Trazan sobre la tela azul del firm…
Cantaba como un canario mi amada alegre y gentil, y danzaba al son del piano, del oboe y del violín. Y era el ruido estrepitoso
¿Cuentos quieres, niña bella? Tengo muchos que contar: de una sirena de mar, de un ruiseñor y una estrella, de una cándida doncella
A un tal que asesinó a diez y era la imagen del vicio, muerto, el Soberano Juez le salvó del sacrificio sólo porque amó una vez.
Marqués (como el Divino lo eres),… Es el otoño y vengo de un Versall… Había mucho frío y erraba vulgar g… El chorro de agua de Verlaine est… Me quedé pensativo ante un mármol…
Metro mágico y rico que al alma ex… Llameantes alegrías, penas arcanas… Desde en los suaves labios de las… Hasta en las bocas rojas de las gi… Las almas harmoniosas buscan tu en…
Margarita está linda la mar, y el viento, lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar;
Gerón, rey de Siracusa, inmortalizado en sonoros versos griegos, tenía un huerto privilegiado por favor de los dioses, huerto de tierra ubérrima que fecundaba el gran sol. En él permití...
¡Qué piropo! Escalda y pincha. ¡Qué obscenidad! ¡Qué baldón! ¿Quién lo dijo? Ese mocito del flamante redingot. A la pobre muchachuela
Amado es la palabra que en querer… Nervo es la vibración de los nervi… ¡Bendita sea y pura la canción del… que lanzó sin pensar su frase de c… Fraile de los suspiros, celeste an…
Cuando llegues a amar, si no has a… sabrás que en este mundo es el dolor más grande y más profu… ser a un tiempo feliz y desgraciad… Corolario: el amor es un abismo
Mi pobre alma pálida Era un crisálida. Luego mariposa De color de rosa. Un céfiro inquieto
Érase un cura, tan pobre, que daba grima mirar sus zapatos descosidos y su viejo balandrán. Érase un cuasi mendigo
Torres de Dios! Poetas! Parrayos celestes, que resistís las duras tempestades… como crestas escuetas como picos agrestes,