Desgraciados aquellos que no tienen
alguien que les pudiera dar consuelo
y les tratara de romper el hielo
de todas las desdichas que les vienen.
Que eviten que sus ánimos cercenen
las débiles raíces de su anhelo
y presten a sus lágrimas pañuelo,
y sus miserias y flaquezas frenen.
Triste es la soledad, nadie lo dude,
pero lo es más pensando que no hay forma
de salir de la misma de por vida
si acaso a aminorarla nadie acude,
que es lo que, al parecer, va siendo norma,
por ser constantemente repetida.
Soledad compartida
es sin lugar a dudas la peor,
pues sólo de pensarlo da pavor.