A veces, cuando tengo un arrebato,
mi mano se dirige hacia la pluma
al ver que se me suben como espuma
las ganas de escribir y llamo a Erato
pidiéndola socorro. Luego al rato
me inunda con su luz y así la bruma
despeja de mi mente y como un puma
me voy a hacer los versos de inmediato.
Es fácil escribir cuando las musas
acuden presurosas a ayudarte,
que incluso hasta las mentes más obtusas
convierten cosas nimias en un arte,
pues son, al parecer, ciencias infusas
que vienen a ponerse de tu parte.