Como un castigo bíblico parece
el calvario que sufre noramala
el pueblo sirio y cada día crece
tanto, que ya se sale de una escala
normal, mientras a Europa le resbala
y procura mirar hacia otro lado,
poniéndoles fronteras que apuntala,
y olvida sus penurias del pasado.
Bastantes emigrantes se han quedado
sin llegar a la tierra prometida,
donde quizás se hubiesen integrado
y así cambiar para mejor su vida.
Aquí no vienen a pedir la luna,
que es sólo a desprenderse de su hambruna.