Descarriada está mi alma
perdida entre la niebla
se confunde en las sendas
en el bosque de las penas.
Que le temo a los aullidos
de los lobos mal heridos
cuando acechan mis quegidos
desgarrados, no temidos.
Cobijarme Luna puede
entre mantos de pureza
con su luz que no es siniestra
a la pena que me aqueja.
Que a magos de la noche
en conjuros yo me encuentre
donde acabe dulcemente
moribunda en su tridente.