2022
Las noches se convierten en recuerdos. Aveces con amigos, otras tantas en soledad. El fin de semana pasado fue con amigos, enredado en conocer gente nueva y recordar grandes amistades. Kevin es mi amigo coreano, uno que conocí en la preparatoria y del que no sabía mucho hasta hace poco. La forma en que las amistades se transforman a lo largo del tiempo siempre me ha intrigado. La mente economista diría que es una cuestión de supervivencia guiada por los axiomas de preferencia, una lucha salvaje en el que los vínculos más débiles se ahogaran en el olvido. Algo así como una competencia darwiniana. Sin embargo, ese pensamiento, siempre sesgado, ahoga la empatía, el cariño y aprecio, envolviéndolo fuerte en una falacia que se cree cierta.
Aveces, cuando la caminata es larga y la energía lunar fluye y alumbra el camino, también mis pensamientos me emancipan y no porque calmen. El ansía sube como si de un elevador tratara, comiéndose los escalones con rapidez y yo, en la vulnerabilidad, dejo que me alcance sin saber qué pasará. De repente solo el espejo está frente y soy obligado a observar, eso que se proyecta en otro ahora es claro, la barba se vuelve piel, los ojos ven y dejan ver.
Un pequeño recuerdo, acá merodeando