¿No te acuerdas, gentil bayamesa,
Que tu fuiste mi sol refulgente
Y risueño en tu lánguida frente
Blando beso imprimí con ardor?
¿No te acuerdas que en tiempo dichoso
Me extasié con tu pura belleza,
Y en tu seno doblé mi cabeza
Moribundo de dicha y amor?
Ven y asoma a tu reja sonriendo;
Ven y escucha amorosa mi canto;
Ven, no duermas, acude a mi llanto;
Pon alivio a mi negro dolor.
Recordando las glorias pasadas
Disipemos, mi bien, las tristezas;
Y doblemos los dos la cabeza
Moribundos de dicha y amor.