#EscritoresArgentinos #PremioCervantes #SigloXX #1923 #FervorDeBuenosAires
El bastón, las monedas, el llavero… la dócil cerradura, las tardías notas que no leerán los pocos días que me quedan, los naipes y el tab… un libro y en sus páginas la ajada
Aquí otra vez, los labios memorabl… He persistido en la aproximación d… He atravesado el mar. He conocido… He querido a una niña altiva y bla… He visto un arrabal infinito donde…
Furtivo y gris en la penumbra últi… va dejando sus rastros en la marge… de este río sin nombre que ha saci… la sed de su garganta y cuyas agua… no repiten estrellas. Esta noche,
El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de la Iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una bib...
Si (como afirma el griego en el C… el nombre es arquetipo de la cosa en las letras de “rosa” está la ro… y todo el Nilo en la palabra “Nil… Y, hecho de consonantes y vocales,
El sueño que Pedro Henríquez Ureña tuvo en el alba de uno de los días de 1946 curiosamente no constaba de imágenes sino de pausadas palabras. La voz que las decía no era la suya pero se...
Nadie podrá olvidar su cortesía; era la no buscada, la primera forma de su bondad, la verdadera cifra de un alma clara como el día… No he de olvidar tampoco la bizarr…
En la tarde de oro o en una serenidad cuyo símbolo podría ser la tarde de oro, el hombre dispone los libros en los anaqueles que aguardan
La noche del catorce de marzo de 1939, en un departamento de la Zeltnergasse de Praga, Jaromir Hladík, autor de la inconclusa tragedia Los enemigos, de una Vindicación de la eternidad y...
Cumplida la agonía, ya solo, ya solo y desgarrado y rechazado, se hundió en el sueño. Cuando despertó, lo aguardaban los hábitos cotidianos y los lugares; se dijo que no debía pensar de...
¿Y fue por este río de sueñera y d… que las proas vinieron a fundarme… Irían a los tumbos los barquitos p… entre los camalotes de la corrient… Pensando bien la cosa, supondremos…
Desde el desierto llegó en su azulejo el infiel. Era un pampa de los toldos de Pincén o de Catriel. Él y el caballo eran uno,
Los mayores hicieron la ciudad. La hicieron con una cruz y una esp… La hicieron con sudor, con años, c… También con el coraje y con el des… La hicieron para los ejércitos que…
Harto de su tierra de España, un viejo soldado del rey buscó solaz en las vastas geografías de Ariosto, en aquel valle de la luna donde está el tiempo que malgastan los sueños y en el í...
En busca de la tarde fui apurando en vano las calles. Ya estaban los zaguanes entorpecid… Con fino bruñimiento de caoba la tarde entera se había remansado…