Recogido por Esteban Peicovich en su libro "Borges, el palabrista"
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Cada sábado los amigos ocupaban la misma mesa lateral en el Café del Globo, a la manera de los pobres decentes que saben que no pueden mostrar su casa o que rehúyen su ámbito. Eran todo...
Ante la cal de una pared que nada nos veda imaginar como infinita un hombre se ha sentado y premedit… trazar con rigurosa pincelada en la blanca pared el mundo entero…
Nadie vio la hermosura de las call… hasta que pavoroso en clamor se derrumbó el cielo verdoso en abatimiento de agua y de sombra… El temporal fue unánime
En esa biblioteca de Almagro Sur compartimos la rutina y el tedio y la morosa clasificación de los l… según el orden decimal de Bruselas y me confiaste tu curiosa esperanz…
He asistido, por primera y última vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre que había sufrido unos cuatro años de prisión, de azotes, de vejámenes y de cotidiana tortura. Yo esp...
Las traslúcidas manos del judío labran en la penumbra los cristale… y la tarde que muere es miedo y fr… (Las tardes a las tardes son igual… Las manos y el espacio de jacinto
Bajo el notorio influjo de Chesterton (discurridor y exornador de elegantes misterios) y del consejero áulico Leibniz (que inventó la armonía preestablecida), he imaginado este argument...
Herbert Quain ha muerto en Roscommon; he comprobado sin asombro que el Suplemento Literario del Times apenas le depara media columna de piedad necrológica, en la que no hay epíteto laud...
En Junín o en Tapalqué refieren la historia. Un chico desapareció después de un malón; se dijo que lo habían robado los indios. Sus padres lo buscaron inútilmente; al cabo de los años, ...
Antes que los remeros de Odiseo fatigaran el mar color de vino las inasibles formas adivino de aquel dios cuyo nombre fue Prot… Pastor de los rebaños de los mares
Yo que sentí el horror de los espe… no sólo ante el cristal impenetrab… donde acaba y empieza, inhabitable… un imposible espacio de reflejos sino ante el agua especular que im…
Durante siglos la infinita arena de los muchos desiertos ha sufrido tus pasos numerosos y tu aullido de gris chacal o de insaciada hien… ¿Durante siglos? Miento. Esa furt…
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, p...
El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de la Iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una bib...
No te habrá de salvar lo que dejar… escrito aquellos que tu miedo impl… no eres los otros y te ves ahora centro del laberinto que tramaron tus pasos. No te salva la agonía