Pretendo ser tu sueño, tu más grande deseo,
pero cada vez que me acerco más lejano te veo.
Atenazada tienes el alma mía,
pero ni gritando tu nombre me escucharías.
Y sigues ahí, inmóvil, callado,
Si tan solo supieras lo mucho que te amo...
Sencillo sería dejarte, difícil sería no pensarte;
aún quiero esperar que mengue las aguas turbulentas de la mar,
Y que tú, mi buen cariño, puedas dejarme soñar.