Ganas enteritas, redondas,
de salirme
del margen
de ser el llanto acuerpado de nosotres
les migrantes
de segundo
nivel.
“A la impotencia, desobediencia”, pero nadie se atreve a hacerlo entre nosotres por miedo destilado a las represalias institucionales.
Nunca nos tratan como a un DNI.