Tierra de nuestro amor: ¡Dios te bendiga!
Que en tu glorioso porvenir risueño
nunca te falten ni voz amiga
ni hilos de luz en que tejer un sueño.
Que fecundes tus campos sin fatiga;
que al Arte mires como a esclavo y dueño,
y hagas oro del grano de la espiga,
y hagas un Cristo de Pasión de un leño.
Que tus risas mitiguen tus dolores;
que aun donde no las siembres, nazcan flores:
que halles siempre en tu fe paz y consuelo,
y que en tu noche perfumada y bella,
por mandato de Dios, baje una estrella
y bese a la Giralda y vuelva al cielo.