Almafuerte

Evangélica XV

De compasivos canes escoltado,
sobre un bloque de piedra de la vía,
zozobrante, vencido, en agonía,
un siervo del Señor cayó postrado.
 
Cual desgranada, mísera mazorca
que saltó del maizal en el camino,
parecía más bien, el peregrino,
desecho deleznable de la horca.
 
Y era desecho mismo. La tonsura
no inmuniza del dolo y los pesares:
Del sagrado mantel de los altares
se desprende, también, polvo y basura.
 
Como Pablo, el Apóstol de las Gentes,
aquel vil protegido de sus perros.
Por mares, por estepas y por cerros
corrió tras ilusiones eminentes
 
Y allí, con su sayal hecho jirones
y apoyando en un can la flaca diestra,
aquel Fraile de Dios era la muestra
de cómo trata Dios los corazones.
 
Tal vez, una visión de faz macabra
le sacó de su grande abatimiento,
y al despertar aquel, su pensamiento
se deshizo en el mar de la palabra.
 
Mudo debiera estar; pero, recuerda,
y hablaría, quizás, amordazado....
Porque impera una ley que al derrotado
le impone repicar la misma cuerda.
 
Y es propio del Dolor, joven o viejo,
despedir melancólico relente
y derramar, lo mismo que una fuente,
la cáustica lejía del consejo.
 
¡Virtud de la Tristeza, que percibe
con profética luz, remotas huellas,
como se ven más claras las estrellas
desde la sombra fija de un aljibe!
 
Cual pudiera un bohemio, el Franciscano
se puso a platicar con su jauría...
¡No caemos del todo, sino el día
que cuando pasa un can, pasa un hermano!
 
¡El ser hombre es gemir, magüer los nombres
con que tu pobre condición revistes;
y por eso las bestias, que son tristes,
cuando sospechan un dolor, son hombres!
 
Y yendo, sin querer, al punto fijo,
como quien sus heridas palpa y frota,
destilando su hiel, gota por gota,
a sus perros y a Dios, el Fraile dijo...
 
¡Dijo con tal verdad, que desde entonces
pienso que las protestas de los viles
deben ser perpetuadas con buriles
en duras piedras y en solemnes bronces!
 
“En este bajo, relativo suelo,
también para ser santo hay que ser listo;
no basta ir a una cruz para ir a Cristo,
ni basta la bondad para el ir al Cielo.”
 
“La misma compasión requiere astucia
para sellar con gloria su cruzada,
si no quiere, después, ser arrojada
sucia y hedionda, como venda sucia.”
 
“Los sicarios del Bien han de ser yermos,
duros, como filósofos estoicos:
los médicos más nobles, más heroicos,
no lamen el sudor de sus enfermos.”
 
“La luz no triunfa, el Ideal no medra,
sin un cierto brutal extorsionismo:
Como un César sin ley, el pastor mismo
gobierna con su palo y con su piedra.”
 
«Reservan las Deidades sus primeros,
sus más graves designios, en sus palmas;
y reclutan su ejército en las almas
que aceptan no valer, como los ceros:
 
«Espíritus soberbios de modestia.
gemas incorruptibles de diamante,
dentro de la caterva delirante
que por lo mismo que delira, es bestia;”
 
«Seres pura razón, seres jocundos,
sin rebeldías necias de lacayo.
que van sin pensamiento, como el rayo.
que giran sin dolor, como los mundos;”
 
«Corazones de ley que se consuelan
con saber que después tendrán ventura,
que no dieron jamás en la locura
de pretender dolores que no duelan;
 
«Focos de claridad de luz terrible
dentro su estolidez de sulpicianos,
que saben que los ímpetus son vanos,
que todo se ha concluido en lo posible;
 
«Almas sin ansiedad, almas estrella,
que siguen mansamente su trayecto,
sin comprender la fíebre del insecto
que busca luz, para morir en ella
 
«La azucena, la nieve y el armiño
pierden su nitidez al microscopio:
El afán del análisis es propio
del imbécil, del pórfido y del niño.”
 
«Como chispa fugaz y estrofa trunca
palpita lo absoluto entre los pechos:
La verdad miserable de los hechos
no es la misma verdad, ni será nunca.
 
«Inhumano, inconcreto, el Sacerdote
ame a Dios solo en Dios, y no en ninguno;
y si al triunfo de Dios es oportuno
¡Bese con la traición del Iscariote!»
 
Y siguió, con apóstrofes más duros,
y hablando a todos, pues hablaba solo:
“Más fría que los témpanos del polo
tiene que ser el alma de los puros.”
 
“Virtud es solidez, feroz arraigo
que ninguna potencia desarraiga
y el puro ha de decir: caiga quien caiga,
yo me quedo en mi torre... ¡Y no me caigo!
 
“Con Amor, nada más, nadie resiste
la sugestión de una conciencia en ruina:
Vale más inyectarse de morfina
que de una sola lágrima del triste.”
 
«Con atrayente, gemidor murmurio,
rueda la vida trágica del foso,
y un perfume sutil y capitoso
brota de los andrajos del tugurio.”
 
«Unas mórbidas vírgenes; aciagas
riman en el dolor solo nefando:
hay un Luzbel sagaz que vá volcando
polvo de compasión sobre las llagas.”
 
«La misma reacción sobre la injuria,
la propia indignación por el despojo,
en las fibras enfermas, siempre al rojo,
se condenan y estallan en lujuria. “
 
«Yo no sé de las raudas espirales
por donde gira Dios sus voliciones...
¡Pero, yo sé de azules contriciones
que acabaron en sucias bacanales!”
 
«Pero, yo sé que a las virtudes áridas
circundan Magdalenas infinitas,
que vierten, las traidoras, las malditas,
lágrimas de ansiedad como cantáridas.”
 
«El débil no es inocuo, no es inerme
como una frágil, vagabunda pompa;
no hay báculo de apoyo que no rompa,
ni pecho compasivo que no enferme.”
 
«Baja la compasión y la miseria,
blanca la compasión y perfumada,
y resurge a la luz toda manchada.
toda llena de taras y de histeria.”
 
“Nadie podrá decir: yo soy el Pleno,
yo soy el Intachado de seguro;
pues el que quiera conservarse puro,
Muchas veces tendrá que no ser bueno.”
 
“Hay entre la equidad y la justicia
nada más que una feble sutileza...
¡Y entre la Caridad y la pureza,
un abismo, sin fondo, de inmundicia!”
 
Calló el Apóstol, y en su adusto ceño,
como en un tronco escuálido de otoño,
se sospechaba el cárdeno retoño
de un deleitable, de un nefando sueño.
 
Mas, levantando el sórdido capucho,
toca de su radiante, calva testa,
dijo con voz de llanto y de protesta:
“Yo soy el miserable que amó mucho.”
 
“Soy el que puso paz en la discordia,
pan en el hambre, alivio en las prisiones,
y en la obsesión tenaz, más que razones,
puso sin razonar, misericordia.
 
“Yo derramé, con delicadas artes,
sobre cada reptil una caricia:
No creí necesaria la Justicia
cuando reina el Dolor por todas partes.
 
“Con sublime, suprema Democracia,
cualquier hombre fue hombre en mi presencia;
no dividí jamás en mi conciencia,
cual un escriba infame, la Desgracia.
 
“Yo miré con espanto al miserable,
con el espanto del Caín primero,
cual si yo –¡Pobre sombra, todo entero!–
Fuese de su miseria responsable.
 
“Yo entendí que los éxitos ultrajan
la equidad del Señor y de sus dones;
pues por un triunfador hay mil millones
que más abajo de sí mismos bajan.
 
“Yo repudié al feliz, al potentado,
al honesto, al armónico y al fuerte...
¡Porque pensé que les tocó la suerte
como a cualquier tahúr afortunado!
 
«Yo repudié al feliz, al potentado,
al honesto, al armónico y al fuerte....\n¡Porque pensé que les tocó la suerte.
Como a cualquier tahúr afortunado!
 
«Yo tuve la tendencia, la costumbre,
de poner mi saliva en las montañas;
Pero, las di sin pena mis entrañas,
cada vez que dejaron de ser cumbre.
 
«Yo veneré, genial de servilismo,
en aquel que por fin cayó del todo,
la cruz irredimible de su lodo,
la noche inalumbrable de su abismo.”
 
«Yo devolví su cetro a la Locura,
fomentando en las almas anormales,
el gesto imperatriz de los fatales,
la rigidez papal de la tonsura.
 
«Yo hice del corazón y la cabeza
para la turpitud, sagrados muros;
porque juzgué que los que nacen puros
tienen su protección en su pureza.”
 
«Yo quebró la violencia de los rayos
que lanzan a lo mísero las leyes,
postrándome a los pies de tales reyes...
¡Que no podrían ser ni mis lacayos!
«Yo me puse a la zaga de la Ciencia,
manteniendo los fueros de lo Impío;
cuando la vi negar el Albedrío,
vi que no puede haber sino Inocencia.”
 
«Yo tendí sobre todos, como un manto,
mi noción supersabia del Derecho:
Dije, que a cada mácula de un pecho
corresponde un lágrima de llanto.”
 
«Yo renuncié las glorias mundanales
por el arduo desierto solitario,
para sembrar, también, abecedario,
donde mismo se siembran los trigales.”
 
“Yo tuve mi covacha siempre abierta
para cualquier afán, falaz o cierto,
y tan franco, tan libre, tan abierto,
mi hermoso corazón como una puerta.”
 
«Yo deliré de hambre sendos días,
y no dormí de niño sendas noches,
para salvar a Dios de los reproches
de su hambre humana y de sus noches frías.
 
“Yo recibí el sarcasmo pestilente
que de los senos presidiarios corre,
como el santo de piedra de una torre
las caricias del sol sobre su frente.”
 
“Y a pesar de ser bálsamo y ser puerto,
de ser lumbre, ser manta y ser comida...
¡A mí nadie me amó sobre la vida
ni nadie me honrará después de muerto!”.
 
Como rueda, filtrando los breñales,
el manantial nervioso y cristalino,
comenzó, por la faz del Peregrino,
a desatar el llanto sus raudales.
 
Y a la intensa emoción que trascendía
de aquel solemne rostro taciturno,
un aullido de pánico nocturno
lanzó, como un lamento, la jauría.
¡No hay gemido, no hay sombra, no hay entierro,
no hay soledad, no hay llama que se apague.
Que no reciban, sin que nadie pague.
los misereres clásicos del perro!
 
Y el Apóstol siguió con voz airada
por poner a sus lágrimas un punto:
“¡Soy lo que ya no es!... ¡Soy el trasunto
de la Soberbia de Satán, domada!”
 
“La caridad es Dios, y es la más bella,
la más profunda nota del calvario;
pero piense también, el temerario
que Jesús no es camino sino estrella.
 
“La caridad es Dios, como el capullo
tiene que ser perfume y hermosura,
pero la caridad de la criatura,
surge del egoísmo, y es orgullo.
 
«La Caridad es Dios: sin el efecto,
sin la nefanda sensación del lodo
¡Sí, Dios es Caridad; más sobre todo,
es Suma Voluntad de lo Perfecto!
 
«Sepa la Humanidad, la loba hirsuta.
víctima de los delirios de sus tenias:
Su morbosa explosión de neurastenias
no puede ser jamás Vida Absoluta.
 
«Sepa la Humanidad que yo me temo,
que cuando el día sin dolor encuentre,
se ponga a contemplar su propio vientre,
presentando la espalda al bien supremo.”
 
«Sepa que su labor, que sus heridas,
que la trama sutil de sus pasiones,
vibran, con prodigiosas radiaciones,
al porvenir más hondo referidas.
 
«Sepa que lo doliente, que lo triste, ....
Retoma fuerzas nuevas en la tumba
¡Que caiga, que retorne, que sucumba!
Si el ambiente de fragua no resiste!
 
«¡Y sepa que cualquier razonamiento
consigue la verdad y tanto brilla,
como la luz fugaz de una cerilla
sobre la luz astral del firmamento,».
 
Y transportado al fondo del Nirvana,
o, como buen genial, contradictorio,
prosiguió razonando perentorio,
sin ver en su razón razón humana:
 
«Los hijos de la Sombra y el Prostíbulo,
miente la Compasión, no se redimen:
nacieron con el síntoma del crimen
y el fervor inefable del Patíbulo.”
 
«Como la herida que se cierra en falso,
cualquier choque fortuito los encona:
Anhelan, como el genio una corona,
su hospital, su presidio y su cadalso.
 
«Y el Mal es mal: lo mísero, lo inmundo,
lo formado de pústulas y lamas.
Debe rodar al centro de las llamas
Para salvar de su contagio al mundo.
 
«Hay un fin, hay un plan, hay un camino,
hay un punto de cita, hay un miraje.
hay un afán de búfalo salvaje ....
¡El afán migratorio del Destino!
 
«Y hay que llegar al fin, reacio potro,
saltar hacia lo azul, sin miedo alguno:
El bien de las crisálidas es uno,
y el bien de los arcángeles es otro».
 
«Caridad, compasión; palabras huecas
llanto de cocodrilo plañidero .....
¡Si una santa mujer, si un jardinero,
abonan su jardín con hojas secas.”
 
“Felicidad total: maldito nombre,
consigna del cobarde y del tirano...
¡La perfección en sí del cuadrumano,
tal vez hubiese suprimido al Hombre!
 
“Ser algo es ser esclavo; no hay libertos...
¡Todo marcha en la lógica suprema:
Desde el collar de soles de un sistema
hasta cualquier montón de insectos muertos!
 
“En vano, Chusma sacra, en vano jipas...
¡Tienes que trasponer los Infinitos,
como avanza el rocín bajo tus gritos,
arrastrando al andar sus propias tripas!
 
“En las olas que te alzan y voltean,
ruedas al más allá, roja burbuja,
sin saber la razón que a ti te empuja,
como no sabe un buey por qué le arrean.
 
«En vano, Viejo Adán, en vano exhalas
blasfemias de Titán al monte asido:
El que vendrá después, el prometido,
solo será un cerebro con dos alas.
 
«Vas a tú Superior, a tu Destino;
y ese no te tendrá ni amor ni envidias
Como los blancos mármoles dé Fidias
nunca se doblan a palpar su plinto.
 
«Tú caerás en la sombra, y el ser nuevo
No ha de pensar que fue tú desarrollo
Con la suma sapiencia con que un pollo
rompe y olvida la prisión del huevo.
 
«Tu caerás en la sombra, como el cable
que fue para escalar muro enemigo,
como caen las películas de trigo
en la racha de viento inescrutable.
 
«El mejor no eres tú, pálido rastro,
tímida tentativa en la redoma,
como cualquier semilla no es la poma,
ni cualquier fuego cósmico es un astro.”
 
«Tú caerás en la sombra impenetrada.
donde yace la cascara ya rota. . . .
¡Donde van las palabras del idiota,
a la nada sin nada de la Nada!».
 
Cual un Moisés altísimo y tonante
destacado en la luz del horizonte,
parecía que hablase desde un monte,
trágico de razón, el Mendicante.
 
Y cual un César loco, cuyo manto
desgarra él mismo y en el lodo arroja,
se puso a deshojar, hoja por hoja,
su propio enorme corazón de santo:
 
«Como madre sensual dejé mi beso
Sobre cada bubón de los leprosos:
Y aquellos besos... ¡ah! son espantosos,
¡Pudren hasta la médula del hueso!
 
«Iracundo de Amor, rompiendo trabas,
no puse a mi bondad ninguna linde:
y la fría razón, que no se rinde,
deshonró mi tonsura con sus babas”.
 
«Como el ángel de Asís, el gran cristiano
quise decir también «Hermano Vicio:»
Y produje la sombra y el desquicio
dentro de mi cerebro soberano.”
 
“Cargué la cruz sobre mi espalda recia,
con la fe de un jayán de ardientes nervios:
y aquella Cruz no es carga de soberbios...
¡No es un deporte olímpico de Grecia!
 
«La pensé un talismán, que no sé cómo,
consagra privilegios nunca vistos:
Y Ella, sobre los falsos Jesucristos,
pesa como cien lápidas de plomo.”
 
“Quise imperar sobre la res vencida
poniéndole mi gloria por escudo,
y aquí yazgo, famélico, desnudo,
promiscuando su cueva y su comida.
 
“Pretendí ser el único, el más solo,
el que no se apoyase en vida alguna;
y estoy, como un expósito sin cuna,
bajo la noche frígida del polo.”
 
“Soñé forjar por fin, no sé qué obra,
con mi sola gentil conducta extraña;
y este mundo burgués que no se engaña,
me pisa sin mirar, como a su sombra.
 
“Por eso masco la áspera corteza
de mi propio desprecio indefinible,
con la vil sensación de lo imposible
clavada como un clavo en mi cabeza!...”
 
No pudo proseguir... Seco, rabioso.
Como el gemir de formidable llanta,
estalló de repente, en su garganta,
suma de sus angustias, un sollozo.
 
Aquel hondo mugido vibró tanto,
qué traspasó recónditos confines,
y sus propios hermanos, los mastines,
se volvieron al Fraile con espanto.
 
Se repuso por fin, y resumiendo
en epílogo intenso su discurso,
comenzó a despedirse del concurso
que a su largo gemido fue surgiendo:
 
«Todo es contradictorio, todo vago,
todo se ve al través de una penumbra;
La misma antorcha que en la noche alumbra,
Sirve para el incendio y el estrago.
«Siembran dos jardineros su simiente,
Idénticas las dos, una mañana:
Y el primero cosecha una manzana,
y el otro, miserando,... ¡Una serpiente!
 
«Yo no sé qué pragmáticas malditas
fulminan a mis obras más amables,
cual migración de bestias formidables
sobre una floración de margaritas.”
 
«Mas yo sé que mi cruz justa o injusta
me postra de rodillas en el barro,
como sabe la res que tira un carro,
que le rasgan las carnes con la fusta.”
 
«Mas yo sé que mi verbo que mi lema,
no tienen alma ya donde prosperen,
como saben los Césares que mueren
que no se pondrán más una diadema;
 
«Y yo sé que mi propio epitalamio
Canto aquí, de mis bodas con la tumba
¡Como el pobre albañil que se derrumba
sabe que va cayendo del andamio!”
 
«De la más ruin pasión a la más alta
pasan frente de mí sin que yo sepa.
Llegué por fin. Ya estoy sobre la estepa
donde la sombra de sí mismo falta. "
 
“Fui grande en el soñar y fui pequeño
el día de la acción, y eso me pierde...
¡Pero, no quiero ya que se recuerde
que ya es una virtud tener un sueño!”
 
“Que sobre mí su maldición irradie
la conciencia vulgar, la ley del hombre:
perdí persona, posición y nombre
y para bien del Bien ya no soy nadie.
 
«Nadie soy, en verdad, pues no me queda
ni un ápice de luz, ni un leve perno:
La musa de lo cósmico y eterno
cerró sus alas.... ¡Encallé mi rueda!
 
«Se desató el ciclón. Dios me desgaja,
y el Criterio de Dios no se interrumpe
¡Si el volcán de sus cóleras irrumpe,
arde su Creación como una paja! “
 
“Yo mismo, sin piedad, no me perdono
ese luchar frenético de Olimpia;
criminal es un bien que nada limpia,
castigo es una cruz que no es un trono.
 
“Sin ley, ni hogar, ni patria, ni destino,
como las hojarascas de la selva,
¡Dejaré de sufrir cuando me vuelva
polvo bien pisoteado en el camino!...
 
“Pero, no quiero yo, de ningún modo,
que me perdonen teólogos ateos...
¡A quien se absuelve, al absolver los reos,
es al sublime artífice de todo!
 
“Prefiero que los sabios, casi estetas,
que llaman al dolor "idiosincrasias",
pongan motes en griego a mis desgracias...
para cobrar más caro sus recetas.”
 
“El perdón es la mácula del cieno
puesta sobre la clámide de un nombre,
¡Porque tengo amarguras, ya soy hombre,
y porque soy un hombre, ya soy bueno!
 
«Hablen los impecados, a porfía:
Desescamen la red de sus escamas.
¡Digan si saben, al dejar sus camas,
Cual será su belleza de aquel día!”
 
“Cuando el hijo de Dios, el Inefable,
perdonó desde el Gólgota al perverso...
¡Puso sobre la faz del Universo,
la más horrible injuria imaginable!
 
«Sepa por primer vez, el presidario,
y alce su frente mustia y lapidada:
El más vil, es un alma destinada
como el propio Jesús, a su Calvario!
“Somos los anunciados, los previstos,
si hay un Dios, si hay un punto omnisapiente;
y antes de ser, ya son en esa mente,
Los Judas, los Pilatos y los Cristos!”
 
Dijo, y al ver que con cobarde espanto
murmuraba la turba, gritó fiero:
“¿Dónde está el miserable que primero
vino a rasgar mi pecho con su llanto?
 
«¿Dónde está, donde rasca los residuos
de su mordiente lepra inveterada...?
¡Para lanzar a él, toda esta nada,
y untarle mis consuelos más asiduos?
 
“¿Dónde está, donde gime, sin la sombra
de mi pecho de madre sin rencores?
¡Para tejerle un camarín de flores,
y tenderme a sus pies como su alfombra!
 
“¿Dónde oculta sus pálpitos de lobo?
¿Dónde esgrime su trágica energía?
¡Para ponerme yo como vigía
mientras urde su crimen y su robo!
 
«¿En qué frío pretorio, en qué portales
tiembla bajo la toga de sus jueces?. . . .
¡Para decir, para gritar mil veces:
El Juez y el Criminal son anormales!
 
“¿Qué rincón de hospital le da su asilo?...
¿Quién estudia su mal como en un perro?...
¡Para ponerme yo bajo del hierro,
Que desgarra esas carnes con su filo!
 
“¿Dónde está su cadáver sin mortaja,
Caliente todavía, y ya deshecho?...
¡Para rajar el roble de mi pecho
y labrarle los muros de una caja!
 
“¿Dónde están sus despojos sin hermanos,
sin nadie que a gemir se les arrime?...
¡Para poner mi corazón sublime,
como una flor de púrpura en sus manos!
 
“¿Quién proclama el imperio de lo Injusto?
¿Quién afirma que a Dios todo le cuadre?...
¡Si Dios no puede herir, sin ser mal padre,
ni siquiera la rama de un arbusto!
 
¿Por qué concebirán todas las mentes
apostrofes al Crimen, fulminarlos?
¡Si los propios chacales sanguinarios.
Como un blanco vellón, son inocentes!
 
«¿Qué moral puede ser esa siniestra
que mata todo impulso en la criatura? ....
¡Si la sola razón que no es locura,
es hacer razón misma, de la nuestra!
 
“¿Quién habla de deberes, de derechos,
de arrojar a los malos a una pira?...
¡Si ellos viven sus vidas, sin mentira;
si no pueden dejar sus propios pechos!
 
“¿Qué sable justiciero es esa daga
que sólo hiere frentes sin diadema?...
¿Por qué no abisma el sol, cuando nos quema?
¿Por qué no seca el mar, cuando nos traga?
 
«¿Por qué le ha de dejar el Universo
vasto campo a la luz para que vibre,
y el corazón de Adán no ha de ser libre,
y el alma ha de rimarse como un verso?
 
“¿Qué ciencia miserable es esa ciencia
que nada sabe más que el primer día?...
¿Qué remedia con ver una insanía
donde antes vio pasión y no demencia?
 
“¿Por qué no es el amparo y el abrigo
del insólito y túrpido y oscuro?
¿Por qué no se levanta como un muro,
entre cada infeliz y su castigo?
 
«¿Por qué no dice, cuando el viento brama,
que hay una aberración en el ambiente,
y dice que hay un loco delincuente
cuando la sangre ajena se derrama?
 
«¿Qué hace de su saber, que yo no envidio,
de sus ansias de honor, que no son pocas,
que no empieza a curar las almas locas
y hunde para in eternum el Presidio?*
 
Todos le contemplaban descubiertos,
cual si les atrajese algún abismo,
y él, entonces, se alzó sobre sí mismo,
y exclamó con los brazos bien abiertos:
 
«Ven a mi recua inmensa hija del llanto,
Escala del feliz, Luzbel hediondo ....
¡Tengo todo el secreto de tu fondo,
por la misma razón de qué soy santo!”
 
“Ven a mí, rey enfermo, vil canalla,
quiero que con tus lágrimas me mandes:
Yo soy como aquel grande entre los grandes
que no dobló su frente en la batalla.
 
“Sombra y luz, piedra y alma, seso insano
y ángel lleno de dudas y malicia:
Yo no sé de Razón ni de Justicia...
¡Sólo quiero saber que soy tu hermano!
 
“Chusma ruin, que tus dedos como sondas
hurguen en las heridas de mi brega,
y palparás al menos, si eres ciega,
que las hechas por ti, son las más hondas.”
 
“En tu árido desierto soy la palma
que fue sombra, fue templo y fue cenáculo;
ven a mí, que devore tu tentáculo
los ubérrimos dátiles de mi alma.
 
«Mi concepto del triunfo no consiste,
ni en lucir, ni en mandar, ni en tener suerte:
Yo soy el triunfador y soy el fuerte,
porque no me acobardo de lo triste
 
“Ven a mí, monstruo amigo, no estoy muerto,
Como no muere nunca una gran lira:
Que otros vivan la ley, que es la mentira,
yo vivo los impulsos, que es lo cierto.
“Aquí estoy, si me manchan tus minucias,
Tus terribles minucias, más me place:
El obrero mejor, el que más hace,
tiene las manos más que todos, sucias.
 
“Y odie el feliz, que es bestia, ésta, mi fiebre;
y me ultraje y repudie, y me dé coces...
¡Yo amo la libertad, como los dioses,
y el feliz, como el asno, su pesebre!
 
“No me causa pavor, ni me difama,
envolver con mi llanto tu persona:
No soy el Cristo-dios que te perdona...
¡Soy un Cristo mejor, soy el que te ama!
 
«Quiero que el salivazo inexorable
que cae sobre tu testa desde arriba
mi soberana testa lo reciba
primero que la tuya irresponsable.”
 
“Pise sobre mi cuerpo, no perdone,
toda la Sociedad pise y apriete:
No habrá de conseguir que la respete,
ni logrará jamás que te abandone.
 
“Aquí estoy que tu enorme espumarajo
cual una enorme injuria se derrame
enorme cruz enormemente infame
quiero llorar en ti como un andrajo”
 
“Bajé al abismo, con el alma llena
De una perpetua luz que no se agota:
¡Soy miseria, soy ruina, soy derrota...!
¡Pero, por ley fatal, soy azucena!
 
“Me quebré, me rompí, como una clara,
bruñida copa de cristal sonante:
pero me queda inspiración bastante
para incendiar el sol, si se apagara.
 
“No hay Jordán que me lave de los rastros
de tu cáustico roce de vestiglo;
pero, yo rodaré, de siglo en siglo,
proyectándote luz como los astros.
 
“¡Pulpa sin gratitud, no sabrás nunca
que yo luché con Dios, que te moldea!...
y se quedó de pie, como una idea,
que se va del cerebro y queda trunca.
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