¿Cómo decir adiós?
Entre miradas y pausas
habitaste la palma de mi mano
antes de tomar el tren sin retorno.
Diste la vuelta tres veces antes de abordar,
y aunque conocía que tu siguiente paso era emprender ese viaje,
mi corazón se agrietaba con tu partida – porque eso significa ausencia, asiento vacío y hojas en blanco –
¿Te molesta si te pienso unas cuantas vidas más?
¿Si te dedico tres fracciones de infinito antes de decirte adiós?
Es que, aunque tenga la forma de herida,
Sigo enfrentándome a la agotadora enfermedad del sufrimiento.
Porque ni las despedidas elegidas duelen menos.
