Un poco más que la muerte.
Litros de sangre revolotean sus tripas
sus adyacentes tripas.
Mimetizados se mueven en una única dirección.
Después en la contraria, y se esparcen por doquier.
Interrumpidas por el hombre,
intentan callarse.
Son cubiertas y se ahogan en un trapo.
No escapan más. Se quedan sofocadas.
Se escuchan gritos,
no pueden distinguir el vocablo,
pero si el tono.
No son capaces de parar,
y lágrimas empiezan a brotar.