Severo Sarduy

Se esforzaba. Su jadeo...

Se esforzaba. Su jadeo
ante el jardín clausurado
era el de un ciervo asustado.
La furia –más que el deseo–
de penetrar, era el reo
que lo impedía... Que ejerza,
según la torre se tuerza,
jaque anexo, desviada,
y cifre, en esa morada:
“más vale maña que fuerza”.
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