Joaquín Sabina

Doble vida

El juez justo y severo
cada noche devuelve la toga
y la ley al baúl
y en la barra del “Angel Azul”,
con un Chivas con hielo,
se desfoga
sobando a la Chelo,
al compás
de un play back
de Quintero,
León y Quiroga.
 
El juez justo y severo,
al ritmo pegajoso de un bolero
en la ciudad prohibida,
olvida su disfraz de caballero…
lleva una doble vida.
 
Su discreta señora,
cada lunes alterno decora
la frente del juez
en un dúplex de Alberto Alcocer
con un Rambo de esos
que amortizan por horas los besos
y saben hacer
que una dama cometa un exceso.
 
Su discreta señora,
furtiva, repintada y pecadora,
en la ciudad prohibida,
se empolva la nariz hasta la aurora…
lleva una doble vida.
 
Hoy, por falta de pruebas, la corte absolvió
—confirma el ABC—
al que blanqueaba
en el “Angel Azul”
las sábanas del juez,
al que financió
el visón
que se quita doña Inés:
“date prisa Tarzán
que la sangre me arde
y no puedo llegar tarde
a la…
 
cena de matrimonios”.
Doña Inés dice
“¿Quieres Antonio
servir el champán
en el living?”
“Hoy voy a brindar
—tercia su señoría—
por aquel violador de Entrevías
¿te acuerdas mi amor?
Le han caído
veinte años y un día”.
 
El santo matrimonio
que venden doña Inés y don Antonio,
en la ciudad prohibida,
pone una vela a Dios y otra al demonio,
¡lleva una doble vida!
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