No hay tiempo sin el agua de diamante
No hay tiempo si en el agua de diamante
que roza nuestros cuerpos
tú y yo nos sumergimos: el agua tuya con el agua mía
de tu boca, y apenas el hundir
de los secretos labios en el mar.
Sólo tu piel abierta
como la abierta noche de la noche
donde tus muslos amanecen.
Y el silencio en los olivos.