Lejos quedó el exilio descubierto en ensueños brumosos o cubierto de olvido un jardín más o menos irrisorio del que tomamos cuatro rosas

Hace tanto que pasé mi ecuador los años bajan como rompehielos traen edictos nada promisorios el pellejo es conciso y elocuente tiene arrugas y manchas desgarbada…

Éste es el epicentro del insomnio… la luna que atraviesa las persiana… pone rejas en la pared del sur / el cielo raso está desvanecido repaso los centímetros del día

Ningún padre de la iglesia ha sabido explicar por qué no existe un mandamiento once que ordene a la mujer

Desde el viento que arrastra tanta… como futuros ángeles caídos desde este basto sótano de cielo, hasta el que Dios no baja pero igual llega el miedo.

Esta piel de mis poros y mis alergias esta piel de mis pecas y mis pecados de mis lunares

Aquí en esta vereda impecables lujosos los Grandes Almacenes

Están cambiando los tiempos para bien o para mal para mal o para bien nada va a quedar igual cielito cielo que sí

Aquí está el Palacio Salvo allá está el Victoria Plaza son tan torpes tan horrendos que a uno lo dejan sin habla su fealdad es tan espesa

Ésta debe ser la trigésima despedida. Es un trámite que Fernando Varengo conoce de sobra. Como testigo, claro; no como viajero. Asistir a la normal y apasionada discusión de Migue...