Muchos días olvidé el desierto
clavado con vehemencia en mí,
en soledad y oculto,
de mis latidos más fuertes
de mis gritos más desesperados.
Vividos en silencio,
mi compañía única asistente y testigo
de cuando comencé a sentir
el lenguaje ambiguo de estar viva
y muerta al mismo tiempo.