Repetid y repetid hasta que digan
lo que vosotros decís.
Repetid y repetid hasta dejarlos indefensos
ante vuestra repetición.
Decidlo una y otra vez hasta que sus cerebros no
conciban más que cuanto les decís.
Decidlo bajo, voceadlo, susurradlo,
repetidlo sin cesar.
Volved a ello día tras día, hora tras hora,
hasta que digan lo que les decís.
Lavar A B C de un cerebro y reemplazarlo
con X Y Z—de eso se trata.