El fuego junto al muro
por dentro de estas ruinas
con sus manos calientes va levantando el humo
que se derrama afuera como lana carpida.
El resplandor sonámbulo convoca la mirada,
su perfume dorado baja por mi garganta,
y cristales sonoros con inquietud de chispas
encienden los espejos del recuerdo.
Abajo, madre brasa en frágil cáscara
contra el aire desgaja su naranja
en boca del vacío. Con su incesante giro lo alimentan,
y aplacando el pensar del pensamiento
borran la distancia sobre el tiempo con sus
nadas ardientes.
La casa abandonada,
mi hambrienta soledad.
y estas ramas heladas que gané a la tormenta,
son razones de hogar que las llamas consumen.
Afuera, en los patios del cielo,
recrudecen los truenos traídos por el viento,
látigos y relámpagos ruedan entreverados,
lentas tropas de nubes cierran el horizonte.
En busca de madera
retorno hacia la noche.