Como al que grave mal tiene doliente,
después de haber con la paciencia larga
faltado la virtud, que el mal se alarga,
la rabia y el dolor hace impaciente;
y como cuando afloja el accidente,
la lengua el pesar la culpa carga,
la conciencia se duele, el alma amarga,
y de cuanto ha hablado se arrepiente.
Así en la furia yo de aquel tormento
que me causáis, me quejo y me maldigo,
y ruego a Dios que cual me veis os vea.
Después me reconozco y arrepiento,
mas no puedo hacer, por más que digo,
que lo que dije ya, dicho no sea.